Las reflexiones en torno a las relaciones entre música y pintura comenzaron hacia el año 2005 en un ejercicio realizado con el músico Alejandro Zuleta en el cual surge una conversación entre las notas del piano y las imágenes que van apareciendo en varios cuadros. Allí pudimos ver como las sugerencias vienen tanto del sonido como de la imagen como por ciclos y por temas y que el resultado es completamente imprevisible.
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